domingo, 31 de agosto de 2014

Carta del obispo nivariense con motivo del aniversario "Calvario 2014"


"SUS HERIDAS NOS HAN CURADO"

El conocido en La Orotava como “Cristo del Calvario” en realidad es  un grupo escultórico que representa la décimo tercera estación del Vía Crucis: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE. Se trata de una “piedad” que, aparte de su indiscutible valor histórico-artístico, ha sido objeto de profunda y constante veneración por parte de los fieles.

Obra del célebre escultor Fernando Estévez, fue encargada para la antigua  capilla de El Calvario de La Orotava y puesta al culto en 1814, hace 200 años. Desde el primer momento captó la atención y devoción de muchos fieles. Devoción que se hace especialmente intensa y generalizada en toda la Villa a partir de 1861, cuando esta hermosa “piedad” comienza a salir en la procesión de Semana Santa. Tres años más tarde se constituye la Hermandad que lleva su nombre y que también este año celebra el 150 aniversario de su fundación.

Para el Fiesta del Corpus Christi de este año, la alfombra de la Plaza del Ayuntamiento reproducía con gran acierto la imagen de Jesús en brazos de su Madre en doble escena: Delante, Jesús niño, cuando fue presentado en el Templo y María recibió del anciano Simeón la profecía de que, por causa de su hijo, una espada de dolor traspasaría su alma. Y, en la misma alfombra, detrás, reproduciendo nuestro “Cristo del Calvario”, aparecía el cumplimiento de la profecía, cuando Jesús ya muerto es puesto en brazos de la Virgen, en cuyo rostro se transparente del dolor de su alma.

Esta doble escena la refleja admirablemente en sus versos el poeta Gerardo Diego, que les invito a leer contemplando la imagen del Cristo del Calvario.

Qué lejos, Madre, la cuna
y tus gozos de Belén:
- No, mi Niño, No, no hay quien
de mis brazos te desuna.
Y rayos tibios de luna
entre las pajas de miel
le acariciaban la piel
sin despertarle. Qué larga
es la distancia y qué amarga
de Jesús muerto a Emmanuel.

He aquí helados, cristalinos, 
sobre el virginal regazo, 
muertos ya para el abrazo, 
aquellos miembros divinos. 
Huyeron los asesinos. 
Qué soledad sin colores. 
Oh, Madre mía, no llores. 
¡Cómo lloraba María!
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores.



Mi felicitación para todos los fieles devotos del Cristo del Calvario y para la Hermandad  que lleva su nombre. Gracias por mantener viva la devoción. Les invito y animo a transmitir, a través del culto a ésta “piedad”, el genuino sentido de la fe cristiana a las nuevas generaciones: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros (Carta a los Romanos. 5,8). Y como nos enseña el apóstol San Pedro: Cristo sufrió por nosotros; sobre el madero de la cruz llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con sus heridas hemos sido curados (cf. 1Pe. 2,21-25).


Con mi afecto y bendición,


† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense